caminé por los suburbios atraído por algo. alguien me había dicho que lo hiciera. tuve que cerrar los ojos para acercarme. en una esquina, tirado, un profeta. vi el lugar en el que ella sobrevivía: unos chicos jugaban detrás de un cerco de alambre, el cuerpo yacía encima de una cama.
yo buscaba a un amigo, no había tiempo que perder. buscaba a mis amigos.
el chirrido de los autos en el polvo, el ruido de uno de ellos allí afuera, azul metálico, enrojecido por el óxido. se detuvo a un costado del edificio. contra una pared, un grupo de olvidados.
había que pensar, recomponer los sentidos. afilar la mirada, encontrar lugares, lugares que mis amigos no conocen.
y yo buscaba a un amigo, no había tiempo que perder.
bajando por las calles cada vez más oscuras, todas las casas se parecían, todos los rostros se parecían. di vueltas y vueltas por ahí, hastiado. me habías clavado a un tren que no paraba nunca. había que volver a pensar, encontrar una clave, una salida, desaparecer y quedarse al margen.
cuatro, doce ventanas, una fila de diez. miré lo que había detrás de una pared, las luces brillaban en un espectáculo de neón, y sentí profundo un cálido resplandor. pero ningún lugar donde quedarse, ningún lugar adonde ir.
no había tiempo que perder, había que moverse.
supongo que murieron hace tiempo.
y yo buscaba a un amigo... no había tiempo que perder.
interzone traducida por mariano dupont.
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